Los verdaderos cambios vienen dados por la comprensión.
Cuando uno realmente comprende que hay algo que está haciendo mal y que no puede continuar haciéndolo de esa forma, luego de un tiempo variable según la magnitud del cambio, decide tomar acción.
Existen cambios aparentes que se dan cuando uno no respeta ese lapso de tiempo luego de la comprensión (transición entre ambos estados) y quiere cambiar instantáneamente lo que está mal.
Sus causas pueden ser diversas:
- Se puede creer que uno está preparado para afrontar el cambio cuando aún no lo está.
- Se puede querer agradar a alguien, por lo que ni siquiera está realizada la etapa de comprensión.
- Se puede querer hacerlo para superar una etapa de sufrimiento, “pasar un mal trago” lo antes posible.
Luego de esto, pueden pasar dos cosas, la persona vuelve a su estado anterior, con la inquietud de por qué debería ser de la otra forma, con lo que puede comenzar a asimilarlo lentamente, a pensarlo y algún día comprenderlo, o, al haber sido un cambio apresurado y con los resultados incorrectos, puede que pierda interés en descubrir por qué sería mejor ser de otra forma.
Para que un problema esté resuelto, la solución debe nacer desde la raíz, desde lo más profundo del ser, uno debe empaparse de comprensión y debe haber terminado de asimilar el nuevo aprendizaje al respecto.
Es importante destacar que los cambios deben partir de uno, aunque la inquietud surja de alguien más. Nadie es quien para decir qué es lo mejor o qué lo peor, qué es bueno y qué malo, es por eso que uno debe decidir. Puede suceder que lo que uno consideraba como normal, o incluso bueno, deje de serlo.
Conocer es el primer paso para comprender, pero no es suficiente, el conocimiento está en la superficie, aún no logró infiltrarse y envolvernos. Cuando causa este efecto puede decirse que se llegó a la comprensión.